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jueves, 23 de enero de 2014

SUBI QUE TE LLEVO

De sobra sabes
que eres la primera
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera, por ti la vida entera.
Y sin embargo un rato cada día
ya ves,

te engañaría con cualquiera.
Te cambiaría por cualquiera...
(Joaquin Sabina)


Me subi al colectivo equivocado. Y me enredé en la telaraña de tus mentiras y tus monstruos obtusos. Esos que sacás a relucir cuando te da el brote alucinatorio de perder el control de todo. Entonces... nada...
Me tuve que bancar el viaje con tus secuaces, soplándome la nuca. Riéndose de mi, en mi propia cara.

Me recordaban a cada rato, que vuelva a mirar esas fotos marchitas de cuando sonreías para la cámara soplándome corazones descascarados.
Y dejé de creer en Cupido en el preciso instante que por la radio anunciaban el fin de la historia. Y que el nuevo dios era Francis Fukuyama.
Y que vos y yo no teníamos más historía que un rayo de sol dentro del té con leche. Y no teníamos más geografía que un bar cualquiera señalado en el mapa de tu lengua agridulce.

Entonces me fui a marzo. Tres, para ser más precisa y para no volver. Para no rendir más cuentas de días pasados. Nunca fui buena en eso de las matemáticas. Entonces, rompì el febrero del almanaque porque intuía que estaba sobrando.
Y lo deshojé dia a dia. De dos en dos, hasta llegar al veintiocho…

Y de haberlo presentido por un segundo, me ahorraba el viaje al más allá de tu eco, y tu risita contagiosa. Tan contagiosa que me provocó alergia. Una eruptiva, para la cual todavía no se ha descubierto el antibiótico efectivo. Solo tomo placebos, por si acaso.

Y, por las dudas: mi año tiene once meses. Para que salga más económico llorar a moco tendido tantos días seguidos.

Ya no creo en piscis de colores. Ni en “-Espejito-espejito: El ¿a quien amará mas?, ¿A esa ó a mi?-”…
 
 

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