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sábado, 21 de diciembre de 2013

RUBRO 69: ALQUILER DE ORGASMOS POR DIA/HORA

RUBRO 69: ALQUILER DE ORGASMOS POR DIA/HORA
(No: no es un cuento porno…)


Ella tenìa la bendiciòn celestial de ser múltiple. O no. Porque gozar es pecado. Fingir no. Y ella, no fingía ni un poco.
No la excomulgaron: pidió la apostasìa.
Declaró ser fiel a su cuerpo, a su fin benéfico y a su volcàn de pasiònes juveniles.

Ni lerda, ni perezosa, después de alquilar su casa, alquiló otras cosas.
Cambiò de barrio, de vereda polvorienta y de besos rotos.
Se mudó cerca de los corazones titilando al compàs de los suspiros. Sabìa que en ese lugar faltaba algo…
Enseguida hizo amistad con muchachas y caballeros, que se acercaban a mirar el cartelito colgado de la reja: “SE ALQUILA”. Y otras tantas personas que llegaban con el diario y sus avisos clasificados apelmazados bajo el brazo...

Tenía en un estante, frasquitos con todos sus orgasmos sobrantes. De colores, con formitas, tristes, risueños, pero todos de muy buena calidad. Y venían con un orgasmito gratis, útil para llevar en la mochila de la dama, o el attache del caballero. Pero alquilando dos como mínimo. Tres y te llevabas un bonus para la próxima.
-¿Por horas? ¿Por dia? Como usted, prefiera…-

A los dos meses tuvo que renovar el stock. Muchos alquiladores, a pesar del contrato firmado ni aparecían. Por mas cartas documento e intimaciones judiciales, no iba a acabar con el asunto…
Pero, como era tan mùltiple, tan orgàsmica, tan real y mujer fatal decidiò no lucrar más con ese tema y abriò un museo con visita guiada incluida y clases didàcticas: aprobando el teórico se pasaba al práctico sin escalas.

Porque ella era pura luz, puro goce, paría orgasmos cada vez que le miraban fijo al ombligo. Y decidiò donar una buena parte a la liga de amas de casa de desesperadas. Se los devolvieron con una escueta carta: -“tenemos de sobra y no nos alcanza el lugar para tanto acopio, por mas que las malas lenguas afirmen lo contrario”-
Esa noche, hubo suelta de orgasmos en el barrio Santa Teresa de los supiros acongojados.
La noche acabò, como tenìa que acabar…
 

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