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viernes, 10 de enero de 2014

ESO QUE NOS PASA EN LA CALLE...


Ayer, mientras esperaba el 202 para volver a casa, después de visitar a María en el hospital, ya recuperada, ya calmado su cuerpo de miedos, me fui con un nudo en la garganta. Quería quedarme a cuidarla.  A pasar su noche allí, pero el hospital publico se encarga de eso.
María podrìa ser mi hija, tiene 19 y una gordota, Pia, de dos añitos. Yo las adoro a las dos... y pensé en Joa, en Pauli, en las corridas a las guardias y las noches en velas al lado de ellos...

Me sentè a esperar mi bondi (que pasa cada UNA HORA), y pensaba en María, si estaría necesitando algo. A Pia, seguro: Ahora, quizá en un rato pueda verla, despues de estar 24 horas alejada de ella.

-Necesito descansar. Fué un año duro, que me parece que todavía no terminó- pensé.

Un viejito de la calle, barbudo, sucio, comiendo uvas, iba acercándose hacia mi. La gente del banco de al lado, los que pasaban caminando, me miraban, como en una postal congelada, como diciéndome:-"Piba levantate de ahi, capaz, seguro que te manguea algo, cuidate que te afana, o te pega.."-

El viejito se puso delante mio, y me pidió permiso para sentarse. Obvio que le dije que si. Y mirando a la nada, siguió comiendo, quizá su almuerzo, quizá su cena.
Y necesitaba un abrazo. No sé si él. O yo. O volver al hospital y abrazar a María...
 
MORALEJA: A veces es bueno perder un bondi...
 
 
 
 

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