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sábado, 21 de diciembre de 2013

INSTRUCCIONES PARA EDUCAR AMANDO.


Para dar un buen sopapo hacen falta los cinco dedos de la mano.
Para dar una explicación autoritaria se necesitan dos dedos de frente.
Para señalarle a una niña, un niño, un "error": con sólo un dedo: el índice apuntàndoles, es suficiente.


Para poner un limite como un acto de amor y ternura: cierre su mano en un puño. Mírese los cuatro nudillos y pida un deseo. Luego, abra dulcemente la palma, despacio. Despacito. Como si tuviera una vaquita de san Antonio, haciéndole cosquillas  con algunas respuestas. Solo algunas. Y diga con palabras dulces los "porqué" de la vida, los "porque" de las cosas. Entonces, quizá haya unos ojitos saltones que le den algunas respuestas: solo algunas.


Acaricie con la palma y con los dedos, (de manera descendiente) la carita del niño, de la niña. Repita la operación, ahora de manera ascendente sobre sus cachetes preguntones.
Permítase sentir amor cuando lo miran, cuando la miran, y como ese amor, va nutriendo sus manos de calor... 
Apriétele suavemente la nariz y mírelo fijo, mírela fija, a sus ojitos preguntones.


Y digalé que lo ama. Que la ama. Repitalo muchas veces: no tiene efectos nocivos, secundarios, ni contraindicaciones.
Eso si: si no puede hacerlo pida ayuda. Pregunte, que no duele ni ahi, como  duele una cachetada.

O quizás, mejor, pida una mano tibia para sentir sobre usted, esa sensación tan sublime de una caricia, que quizá no conoció, porque estaba atragantada en un puño cerrado. O porque estaba anestesiada debajo de la piel de una palma abierta, siempre lista por las dudas.
Siempre a mano, por las certezas...

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