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domingo, 22 de diciembre de 2013

EL HOMBRE QUE NO SABIA A MAR



(In memoriam)

El la quería. Y como. Y cuanto. Cuanto más la quería, mas se alejaba. Más LA alejaba. Su mundo interno estaba plagado de monstruos dialécticamente contradictorios que no lo dejaban mostrarse tal cual él ¿deseaba?.
A ella la deseaba. A veces, no. A veces la maltrataba diciéndole que no pudo ir a verla porque se quedó dormido sobre una parva de pesadillas macrobióticas.

En realidad era un cagón de aquellos, que siempre tenía una excusa a mano, al pié, ó dentro de la lata de duraznos, para escabullirse como gato asustado. Como ladrón de caramelos Media Hora.
Media hora nada más pedía ella a susurro partido, para verlo.
Para saber que existía y que no era un invento de su cabecita PANTENE REQUETERRECONTRA LACIOS PERFECTOS.

Excusas boludas si las hay: que no podía ir a verla porque se le quemaban las tostadas de tanto pensar en ella. O que dejó ropa en la terraza y por miedo a que venga un tornado y le lleve todas sus medias gastadas, prefería esperar mirando por TV el servicio meteorológico con los alertas de madrugada.

Un día EL, a pedido de ELLA, consultó con un terapista ocupacional: le diagnosticaron SINDROME DEL HOMBRE QUE TIENE MIEDO A AMAR.
“-¿Al mar?”- preguntó, haciéndose el requeteremildesentendido. “-Porque el mar me provoca pánico"-.
(Claro: como las mujeres que ama). "-Panic attack women, que le dicen, muchacho...-

-“Si, si: ya sé que soy de piscis, pero ¿vió?, creo en otra vida me enredé en un anzuelo y quedé ciego de culpa y cargo”-.
Dicen que dijo, que una vez, un amor prohibido le sacudió con dos olas y una ráfaga de viento. Tres latas de cerveza vacía y un escupitajo.

Ese día, EL contrató un temor y una excusa para que se queden a vivir dentro de su intestino delgado.
Después, ante la persistencia de dolores abdominales y complejos de baja calaña, le diagnosticaron úlcera péptica. Pero eso, ya es otra historia…
 

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