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miércoles, 8 de mayo de 2013

EN EL NOMBRE DE LOS CUERPOS EQUIVOCADOS...

“Acaso sea vàlido decir que la identidad està impresa en lo mas profundo del sistema nervioso central. Es muy vàlido, pero quizà sea muy frio. Y, a lo mejor, como sinònimo de eso, decir que la identidad està impresa en el corazón y el alma de las personas tiene que ver con una dimensiòn de afecto, de piel, de abrazo, de la mirada…"
(ALMA, transexual,-Del libro CuerpXos EquivocadXos, de Adriàn Helien y Alba Piotto)

Desde hacía varios meses tomaba el subte de las dieciocho cero siete en la estación 9 de Julio y bajaba en Retiro. Después corría a colgarse del tren que lo llevaría a su casa, en Villa del Parque.
Barba espesa, entrecano, vestía siempre traje de corte italiano, mocasines impecables y portaba un infaltable maletín negro: quizá era oficinista, abogado ó un desocupado más de la jungla de cemento. Ese lunes pudo, a los codazos, sentarse cuando una señora gorda bajó con toda su humanidad en estacìon San Martin Puso el maletín apretado entre sus piernas, cruzó los brazos y se fue quedando profundamente dormido. Tanto que, cuando llegó a Retiro alguien le tocó el hombro para que despierte. Lo primero que le llamó la atención fueron sus propios pies: sandalias turquesa de cuero de víbora y taco aguja. Finísimas.

Una sutil taquicardia comenzó a invadirle su cuerpo, su alma y sus emociones. Palpó unas tetas gigantes que le explotaban desde un corpiño negro con encaje y se miró, sin querer verse, a través del reflejo de la ventanilla: el cabello largo y rubio le llegaba hasta la cintura. La pollerita no, apenas iba dos milímetros debajo de su culo tuneado.
El agente de seguridad que la invitaba a salir del vagón le susurraba bajito preguntándole cuanto le cobraría por un rato al costado del túnel de la línea C.
Entre lloriqueos y desconsuelo, sin dejar de aferrarse a su bolsito, fue metida esposada al patrullero.

Disturbios en la vía pública, gritó el policía por el radio, y volvió a repetir la frase a la entrada de la comisaría, arrastrándola como si fuese una asesina. Y fue a parar a la jaula de los leones.
Le labraron un acta por portaciòn de vestimenta obsena y resistencia a la autoridad, cuando intentó retener su preciado bolso de cuero.
Se escuchaban las risotadas: el circo romano había comenzado en el calabozo y los espectadores se agolpaban a uno y otro lado de las rejas.

Una mujer policía, máquina de escribir en mano, describía frente a un falso testigo, el contenido del maletín:
-Sobres de sopita light: cinco
-Corrector de ojeras: cuatro
-Lápiz labial rojo: once: ocho rojo fuego y el resto rosado
-Pañuelos descartables: varios paquetes
-Preservativos: dieciocho, once saborizados, el resto de los comunes.
-Estampita del Opus Dei: Una.
-Carnet de socio 4567 de Nueva Chicago: Uno

-Folletos con la leyenda:
“SEÑORES VECINOS DE CAPITAL Y DEMAS CIEN BARRIOS PORTEÑOS: HAGAMOS JUSTICIA. HAGAMOS PATRIA. ERRADIQUEMOS DE NUESTROS MUNICIPIOS TRAVESTIS Y GAYS QUE ALTERAN NUESTRA VIDA COTIDIANA Y SON UN MAL EJEMPLO PARA NUESTRAS BENDITAS y NORMALES FAMILIAS. MARCHEMOS TODOS LOS LUNES A LAS CUATRO DE LA TARDE A FLORIDA Y LAVALLE PARA HACERNOS ESCUCHAR”. Cantidad: mil doscientos cuarenta y siete.

-Documento nacional de identidad: 14.567.908: a nombre de Juan José Ibañez, uno.
Los gritos de pidiendo socorro, yo no se que pasa acá, me lastiman, me quieren violar, fueron captados por el camarógrafo de un canal de cable que, ¡oh! casualmente hacía guardia en lugar.
Mientras, los policìas se divertían repartiendo folletos, preservativos y labiales entre el público presente, le labraban otra acta por hurto calificado, vestimenta inapropiada para el “sexo masculino” y usurpación de identidad…

Felix qui potuit rerum cognoscere causas... (Virgilio, Geórgicas II)
 

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