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miércoles, 27 de marzo de 2013

CHURRASQUITO PARA SEMANA SANTA…

  La Biblia dice en Deuteronomio 14:3-8 :
"No comas abominación alguna y no te acerques a mujer infértil.
He aquí los animales que comeréis: el buey, la oveja y la cabra; el ciervo, la gacela y el corzo; cabra montés, el antílope, el búfalo;
Y no tendriais acceso carnal hombre con mujer en los días previos a la resurrección..."


Foto: CHURRASQUITO PARA SEMANA SANTA… 
www.expulsadadeleden.blogspot.com by Sil

La Biblia dice en Deuteronomio 14:3-8 :
"No comas abominación alguna y no te acerques a mujer infértil.
 He aquí los animales que comeréis: el buey, la oveja y la cabra; el ciervo, la gacela y el corzo; cabra montés, el antílope, el búfalo; 
 Y no tendriais acceso carnal hombre con mujer en los días previos a la resurrección..." 

En realidad, la prohibición bíblica de comer carne, no remite a NO ingerir la más amplia variedad de nuestra fauna comestible (vaca, cerdo, pollo), sino a realizar un acto de “renunciamiento” de aquello que nos obsesiona comer hasta la desesperación. DESEAR que le dicen, y que, a la iglesia, no le gusta ni ahí, un cachito eso de desear (y ser desead*)…
 Es decir, como en mi caso, NO debería comer facturas con crema pastelera, por ejemplo. Pero como soy a-tea, mi preocupación no pasa por ahí, sino por la distorsión y el anacronismo que conlleva dicha premisa: “no comerás carne en los días  previos a la resurrección”. (
En los primeros tiempos del cristianismo, dios, padre de Jesús, (aparte de José… ¡hey!  entonces, Jesús tenía DOS papás!),  la “carne” no era precisamente filetear un animal (o varios) para las bacanales romanas, sino que “la carne”, aparte de la película de Isabel Sarli, que SI viene al caso, era la prohibición de todo contacto sexual entre un hombre y una mujer (las diversidades estaban prohibidas con destino de hoguera ó leones hambrientos). 
La preocupación de la iglesia por los placeres terrenales de la “carne”, no estaban puestas en el asadito del domingo, sino en que, la sexualidad, la represión sexual y todo el aparato ideológico del estado, (porque los estados siem-pre-le-hacen-caso-a –a-la igle-sia), a decir de Althusser, dejen sus huellas en la psique a través de los tiempos…
 Por otro lado, en emporio de la industria pesquera, puede relucirse con sus desorbitantes precios, vendiendo merluza a valor eurodolar (por estos pagos), que mucha gente comprará, sin cuestionarlo. Lo importante es cumplir con el mandato,
con la obligación católica-super-yoica de no ingerir carnes rojas, blancas o azules (distorsión histórica). 
Solo pescado, cornalitos y pulpejos.  Les guste ò no, al nene, a la señora, o al novio de la nena. Y si de tener sexo se trata, renunciarás hasta el lunes. Amén. 
O arderás en el infierno del Dante…
    
  
En realidad, la prohibición bíblica de comer carne, no remite a NO ingerir la más amplia variedad de nuestra fauna comestible (vaca, cerdo, pollo), sino a realizar un acto de “renunciamiento” de aquello que nos obsesiona comer hasta la desesperación. DESEAR que le dicen, y que, a la iglesia, no le gusta ni ahí, un cachito eso de desear (y ser desead*)…
Es decir, como en mi caso, NO debería comer facturas con crema pastelera, por ejemplo. Pero como soy a-tea, mi preocupación no pasa por ahí, sino por la distorsión y el anacronismo que conlleva dicha premisa: “no comerás carne en los días previos a la resurrección”.
En los primeros tiempos del cristianismo, dios, padre de Jesús, (aparte de José… ¡hey! entonces, Jesús tenía DOS papás!), la “carne” no era precisamente filetear un animal (ó varios) para las bacanales romanas, sino que “la carne”, aparte de la película de Isabel Sarli, que SI viene al caso, era la prohibición de todo contacto sexual entre un hombre y una mujer (las diversidades estaban prohibidas con destino de hoguera ó leones hambrientos).
La preocupación de la iglesia por los placeres terrenales de la “carne”, no estaban puestas en el asadito del domingo, sino en que, la sexualidad, la represión sexual y todo el aparato ideológico del estado, (porque los estados siem-pre-le-hacen-caso–a-la-igle-sia), a decir de Althusser, dejen sus huellas en la psique a través de los tiempos…
Por otro lado, en emporio de la industria pesquera, puede relucirse con sus desorbitantes precios, vendiendo merluza a valor eurodolar (por estos pagos), que mucha gente comprará, sin cuestionarlo. Lo importante es cumplir con el mandato,
con la obligación católica-super-yoica de no ingerir carnes rojas, blancas o azules (distorsión histórica).
Solo pescado, cornalitos y pulpejos. Les guste ò no, al nene, a la señora, o al novio de la nena. Y si de tener sexo, ganas ó deseo, se trata, renunciarás hasta el lunes. Amén.
O arderás en el infierno del Dante…

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