TENGO UNA ENSALADA EN MI CABEZA

Ilustraciòn: Maria Paula Ratti

 
  Me dijeron que usted es un muchacho con tenedor. Hace rato que lo se. Usted existe. Lo se de buena fuente. Por eso me atrevì a buscarlo.
Vi el cartel en el kiosco. Que su gato Albòndiga se habìa perdido hace un par de dìas.
 

Según dicen las malas lenguas a la vinagreta, el micifuz se habrìa escondido en el restoran del chino, adentro de una olla a presiòn llena de cornalitos.
Y aprevechè la ocasiòn, la excusa perfecta, para conocerlo en vivo y en directo. Esa foto suya, con su mascota en brazos me dejò el corazón como purè de manzanas, como una planta de duraznos en lata…
Lamento tanto lo del gatito…
¿Se diò cuenta que me hice la pava cuando me preguntò por el tatuaje de mi brazo izquierdo?
Si, es su inicial. Yo sabìa que un dia de estos iba a encontrarlo, y por las dudas fui desfreezando mi tiempo… 

 

 Se lo comento, porque mi santa madre, màrtir de las madres santas, me aconsejò que nunca recaliente mis ojos en un hombre sin dinero. Y menos que menos, que mutile mi cuerpo como una media res para toda la vida.

Pero yo, ni ganas de hacerle caso. A las madres casi nunca hay que hacerles caso porque te frien la cabeza con consejitos del tipo: "-nena, yo tengo la sartén por el mango, y sè lo que te digo: ese muchacho no te conviene…-"
Y la vieja, como siempre, mirando el vaso medio vacio, clavándome sus ojos de abrelatas en la nuca y resoplando bajito: -Pero si a vos no te gusta ni medio cocinar…-
-Ni medio kilo. Ni oferta dos kilos al precio de cuatro… Al pan, pan y al vino, vino...
Pero usted, ya estaba prehorneado en mi cabeza. Lo fui armando en mi loca imaginaciòn a fuego lento, hasta que quedò a punto caramelo…
Que muchacho tan con tenedor que es usted…
Eso me encanta. Pero mucho más me encantó que de entrada, me invitò a dormir la siesta cucharita…
De plato principal, tequieros al horno con papas. Y de postre, nos arrollamos toda la noche sobre papel film...
A usted se lo digo...

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