Entradas populares

domingo, 3 de febrero de 2013

adolESCENCIA de amigovios y peluches

La mamà, amorosa, la acompañó hasta la estación. Hay que dejarla volar, le dijo su propia madre que, de alas sabìa bastante. Y del ruido del silbato que anunciaba parandoentodas, tambièn.
-Quinientos kilómetros para llegar. A trescientos cuarenta y ocho latidos de corazòn por kilómetro, da la cuenta que, para encontrarse con “el-muchacho-que-me-gusta-y-no-es-mi-novio”, se necesitan… ¿un millòn de latidos?-
-¡No importa mamà!… ¡Vos y tus chistes pavotes…! ¡Tengo diecinueve años y ya voy a la facu! Callate, ¡Sory que te diga!. ¿Que van a pensar? ¿Que soy una nena?…Y, si encima salì petisa como vos… Si…tranqui, cuando llego te llamo…-
Sonò una madre sobresaltada, y el teléfono a las diez de la noche interrumpiò la novela.
-Hola ma, todo bien si… ¡Ya lleguè! No, todavía no comi! ¡Parà un cacho, que no tengo hambre! Pero… ¿Me dejàs hablar a mi?
Silencio de madre. Ruido de novela…
-Ma… ¿Te acordaste de poner en el lavarropas a Pompon? ¿Maaaa?-
Silencio de madre. Ruido de secarropas.
Y olorcito a peluche limpio de la nena que se fue dentro de la maleta.
Quinientos kilómetros.
Hay que dejarla volar, repitió la abuela Chicha…

No hay comentarios:

Publicar un comentario